A los 4 o 5 años, aparte de los juegos propios de los pequeñajos de esa edad, una de mis distracciones preferidas eran los álbumes de fotos, y los mejores eran aquellos repletos de motos en blanco y negro a los que siempre acompañaban unas historias geniales que oí miles de veces. Recuerdo también unos enormes estantes llenos de trofeos a los que mi madre limpiaba el polvo y sacaba brillo continuamente hasta que un buen día se hartó y se empezaron a repartir en casa de los abuelos, los tíos, cuñados, etc, y muchos de los cuáles, lamentablemente se han ido extraviando con el paso de los años y las mudanzas.
Pués bien...muchos de los cuentos de mi niñez eran historias de motos y con semejante "training" no es nada extraño que el niño saliera motero y que desde muy pequeño quisiera una moto de verdad.
Lo más curioso del caso es que desde los 5 años ya tenía clarísimo que moto quería...una Rápita 250 Automix !!!, y el motivo de ésta obsesión - porque hasta hace 5 años realmente ha sido una obsesión - es que en el año 1.974 durante una de las habituales matinales con niños en la fábrica de Esplugues, fué cruzar la barrera de entrada y desde la ventana trasera del Renault 6 vi como 7 u 8 unidades de éste modelo colocadas en paralelo y listas para cargar en un camión. La visión fué impresionante, y aún hoy recuerdo perfectamente el precioso color lila, los relucientes cromados, los intermitentes, el cuadro de instrumentos...Aquella moto me enamoró, y desde aquel día no hacía más que pedirle a mi padre que se comprase una. La respuesta: "Si, rei, si..."
En fin, que fué que no...pero el flechazo no fué sólo un amor de infancia, ni de adolescéncia...fué un enamoramiento en toda regla, un amor platónico al que después de 30 años encontré de nuevo y con quien hoy le soy "infiel" a mi otro amor con ruedas...Mi querida Impala 2.
Una moto que no me gustó nada en su momento, pero que ahora querría tener.
ResponderEliminar... lo que cambia uno con los años ...
...Si Julián, si...A mi me ocurrió con la Impala. No me gustó cuando mi padre la trajo a casa y ahora no podría estar sin ella.
ResponderEliminarA ver si publico la historia de mi relación con mi Impala 2.
Un abrazo